sábado, 12 de junio de 2010

Nocturnos, en clave de ausencia

Trigésimo séptimo nocturno

Violines ausentes...
Desafinados…
La manzanilla salvaje sacudida por el viento arroja su aliento, de corola amarilla, sobre los tréboles de la barranca y el violín envuelve con su niebla de seda un nocturno de Chopin y alguna que otra romanza sin palabras de Mendhelson. Después una cuerda se desata desafinada por un arco gastado de luces de estrellas... De soles, tan ausentes de tiempo como de brillo... De astros, trenzados en camalotes, teñidos de rojo seibo, flotando entre los canales que abren las raíces leñosas del ñandubay. Murmullo de arroyo...
¡Qué extraña pintura, ¿no?!
¡¡¡Aunque; no tan extraña, ¿eh?!!!
Es la pintura de la ciudad que me vio crecer, y más…

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