Septuagésimo cuarto nocturno
Las últimas monotonías de la noche enmarcan los agudos silbidos del silencio. La soledad en compañía lo desató del amor. Simple, tímido, ya cano, amante de las artes y alejado de lo que fue su profesión cotidiana, espera con paciencia concretar algo que lo aliente a vivir más. Del otro lado de la PC una mujer dulce y cariñosa desde hace mucho tiempo le escribe a cada momento sin mayores exigencias que lo que pueda ser él. Cotidianamente intercambian músicas, poesías, sueños y mimos en palabras sutiles. Más; frente a esa fría soledad en compañía, las noches lo encuentran con una sonrisa con dejo triste tras cada respuesta de ella. Hoy, y justamente esta noche, se le ocurrió preguntarle escribiéndole en su muro si es feliz… que por las horas entradas en que se escriben él supone que quien la acompaña en su vida está ausente o quizás sea notablemente mayor.
Pasa el tiempo y ella no contesta.
Alguien que también frecuenta o tiene acceso a su muro le responde que deje las cosas como están; que ella está bien casada y es muy feliz.
Con las últimas monotonías de la noche que enmarca los silbidos del silencio; el hombre de la soledad en compañía, con más miedo que dudas a la verdadera respuesta apaga su PC pensando en que quizás ya no volverá a encenderla…