Octagésimo quinto Nocturno
Ensayo
En un ensayo científico - que publiqué
hace algunos años y titulé “Cronos, Cosmos y Análisis” - escribí:
…“alguien le preguntó al otro:
- ¿Por qué caminás siempre tan despacio? ¿Para evitar la
fatiga?
El otro respondió:
- Camino despacio para que el alma siempre esté más allá de
mi cuerpo”…
Esto se dio
cuando descubrí (y puede demostrarse físico-matemáticamente pero no es el
propósito hacerlo) que cuando “alguien” ve, a cierta distancia, cruzando una
calle al “otro”, éste hará un ínfimo tiempo que se encuentra más allá del sitio
en el que aquél lo ubica (el caso puede darse, por lógica, recíprocamente). Las
conclusiones pueden ser variadas y para todos los gustos pero nadie puede
desechar la idea por no válida (pues ignoraríamos los principios de la mecánica
de Galilleo, Newton y Einstein).
Hoy, a
propósito, cuando pienso en la vida transcurrida más que en la ciencia
aprendida; doy en cuenta que, faltándome tantos seres amados, acepto las
lágrimas de acíbar derramadas por todas las palabras que no dije y la sarta de
cosas que me quedaron sin hacer…
Qué sé yo… aunque… ¡¿por qué
habré encontrado y releído éste ensayo?!... mi cabeza no para, ¡y no para!;
tanto como no se detienen el “alguien” y el “otro”…