jueves, 5 de septiembre de 2013

Nocturnos, en Clave de Ausencia
 Octagésimo quinto Nocturno


Ensayo
En un ensayo científico - que publiqué hace algunos años y titulé “Cronos, Cosmos y Análisis” - escribí:
…“alguien le preguntó al otro:
- ¿Por qué caminás siempre tan despacio? ¿Para evitar la fatiga?
El otro respondió:
- Camino despacio para que el alma siempre esté más allá de mi cuerpo”…
            Esto se dio cuando descubrí (y puede demostrarse físico-matemáticamente pero no es el propósito hacerlo) que cuando “alguien” ve, a cierta distancia, cruzando una calle al “otro”, éste hará un ínfimo tiempo que se encuentra más allá del sitio en el que aquél lo ubica (el caso puede darse, por lógica, recíprocamente). Las conclusiones pueden ser variadas y para todos los gustos pero nadie puede desechar la idea por no válida (pues ignoraríamos los principios de la mecánica de Galilleo, Newton y Einstein).
            Hoy, a propósito, cuando pienso en la vida transcurrida más que en la ciencia aprendida; doy en cuenta que, faltándome tantos seres amados, acepto las lágrimas de acíbar derramadas por todas las palabras que no dije y la sarta de cosas que me quedaron sin hacer…
Qué sé yo… aunque… ¡¿por qué habré encontrado y releído éste ensayo?!... mi cabeza no para, ¡y no para!; tanto como no se detienen el “alguien” y el “otro”…