jueves, 21 de octubre de 2010

Nocturnos, en clave de ausencia

Quincuagésimo octavo nocturno


Jubilados por el tiempo, más que por los años, los dos están sentados en un banco de la plaza, entibiando sus cuerpos al sol que se asoma, de cuando en cuando, de su escondite de nubes. Supongo que estará de más decir que ellos son dos seres indivisi-bles que guardan, o esconden, las mismas manchas de su par de almas que aparentan distintos cuerpos.
Él piensa en sus hijos... ella evoca a los nietos. ¡Europa está lejos!
Los pájaros cantan y se rompe el silencio... mañana, alguno despertará solo y pensará que ya no importa porque durante tantos años en los que fueron un solo cuerpo con los mismos pecados no maduraron la soledad, solamente pensaron en sus hijos.

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