jueves, 21 de octubre de 2010

Nocturnos, en clave de ausencia

Sexagésimo tercer nocturno


No sé por qué deba insistir en esto de pensar tanto en la plaza céntrica de mi ciudad; quizás es porque siempre pretendí formar parte de las prosas y no de las poesías de los artistas de mi pueblo. No lo sé... puede ser que sea porque frente a ella está la escuela en la que dejé perennemente enredadas mis deudas, mis pretensiones o mis ilusiones de pibe. Puede ser que a lo mejor se da que, en ella, se eterniza el sentimiento de apreciarla mía... aunque, últimamente, algo raro sucede cuando desde su fuente las partículas de agua de todos los tiempos preguntan: “¿te hemos visto soñar?”... O, cuando los troncos de sus palmeras centenarias indagan: “¿te hemos visto pensar?”... No sé por qué, pero el roncal de mis años le da por responderles: “¡Jamás!”.

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