domingo, 3 de febrero de 2013

Nocturnos, en Clave de Ausencia

Septuagésimo noveno Nocturno

Un misterio de barrio:

Fue en mis tiempos de pibe que conocí a Angélica, una vecina a la que los chicos del barrio respetábamos mucho. Nos contaba historias fantásticas. Entre tantas nos contó que, en la manzana, dos de las esquinas opuestas en diagonal estaban embrujadas. Esquinas en las que, cada noche, alguien que ninguno jamás vio ponía letreros mágicos recordando gente del pueblo que había muerto muy, pero muy de viejas. Fantasmas que conversaban pero nadie oía.

El misterioso personaje, según contó Angélica, colocaba los carteles apenas pasada las diez de la noche y los retiraba antes de que saliéramos para ir a la escuela. Me arrepiento, enormemente, de no haberme dado un tiempo para hablar, ya de grande, con esta mujer que hace años se retiró misteriosamente de la vida.

Cuentan hoy los vecinos más mayores que, cuando vuelven tarde de alguna juerga nocturna, ven carteles misteriosos en esas dos esquinas y que a la mañana no están más porque alguien los retira.
Hoy, cuando les conté esta historia a mis nietos, me miraron con extrañeza y se rieron. Ellos dijeron: “Andá, abuelo, el tipo que pone y cambia los carteles sos vos, ¿no es cierto?...”
En fin; los tiempos cambian, ¿no?

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