Quincuagésimo primer nocturno
En la madrugada, pasando por el viejo café, sentados a la mesa que da al ventanal los sorprendí... Los vi viejos y amantes... ¡Eran aquellos de quienes tanto hablaron!... Los vi bajar sus cabezas con las mismas fuerzas con que sus lágrimas caían sobre el mantel... Era casi el alba y, además, tarde.
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