sábado, 26 de diciembre de 2009

Nocturnos, en clave de ausencia

Decimoquinto Nocturno

Vivir. Una comedia que termina en drama.
Existir. Una tragedia que culmina en burla.
De todos modos, debemos agradecer que exista la belleza y el humor. Porque son cosas que estructuran lo placentero, elevándolo a un nivel superior.
Todo lo hermoso es producto de un mismo instante... De una misma época.
Lo gracioso es genuino.
La vida, la existencia, lo bello, el humor, la historia y el tiempo se funden en una misma caldera. Su aleación es indeteriorable. Se transmite continuamente de memoria a memoria, con cada hombre y en cada generación.

De mi libro “Historias en La Mayor (Cuentos que cuentan cuentos)”.
Obra editada y presentada en el año 1998 en la ciudad de Zárate, Bs. As.
Y, en el año 1999, en la Feria del Libro en la ciudad Autónoma de Bs. As.


Decimosexto Nocturno

Pepe discutió conmigo algo que después, reflexionando, me reproché el habérselo negado, quizás de contrera no más. Me sentía avergonzado. Este Pepe insistía, en su charla en el café, que hay instantes en los que es preciso optar entre vivir la propia vida plenamente y, más que plena, enteramente. Decía y no sé por qué lo discutí que la vida se debe vivir de esa manera o de lo contrario se arrastra una existencia falsa, superficial y degradante. Mientras caminaba en la oscuridad de la calle, casi llegando a mi casa, tuve que decirme que fui un estúpido. Incluso, los otros deben haber pensado que era una idiotez refutarlo... Quizás pueda justificar que lo hice para consumir adrenalina no más... siempre pensando en el laburo, en mi jefe y, en fin... ¿Cómo le había dejado escapar a mi inteligencia que todo lo que Pepe dijo es lo que el mundo, en su hipocresía, exige...? Debía disculparme y darle la razón. Al otro día, sin falta, lo haría y... Sí, eso es, ¡daría parte de enfermo para hacerlo bien!

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