martes, 18 de octubre de 2011

Nocturnos, en clave de ausencia

Septuagésimo primer nocturno

Intermezzo Amatorius
Es tremendo verla a María Elisa meterse desnuda en la bañera bajo tan abundante agua tibia que desde la lluvia cae sobre su cuerpo… ¡Ah!, cómo quisiera ser cada gota de agua para recorrerla palmo a palmo por delante y detrás… y cada rincón de su cuerpo se estremece tras el cosquilleo que el agua le propina al deslizarse sobre su cuello… entre los pechos, girando en sus pezones… en la cintura, besándola en el ombligo… y el fruto deseado, celado, abre y desordena el placentero desliz de las gotas que, torpemente, acarician los muslos mientras ella, toda María Elisa, tira la cabeza hacia atrás cerrando los ojos… y tras ese intenso instante el agua, ya más desconcentrada, sigue su camino regándole los tobillos y escondiéndose en los suaves dedos de los pies para luego perderse en el desagüe que termina recogiendo todas las tan intensas sensaciones… ¡¡¡y sus glúteos,¡por Dios!, sus glúteos endurecidos al levantar, de a una, las piernas!!! … y las manos… entonces sus delicadas manos me toman, me aprietan, me acarician, me introducen, me… ¡Ay!, cuando el agua deja de escurrir la poseo aún más; abrigándola, después, intensamente…
Y, hoy, ¡¡¡María Elisa!!!... ¡justamente hoy!, María Elisa, me meterá en el lavarropas porque ya es tiempo de lavado, enjuague y secado, para devolverme lo más rápido posible al toallero.

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