miércoles, 4 de agosto de 2010

Nocturnos, en clave de ausencia

Cuadragésimo séptimo nocturno


¿Los ladrones son esos que usan una gorra gris, pañuelo oscuro, y camisetas de colores desteñidos y a rayas? ¡Qué mentira de película! Usan el mismo traje que los ejecutivos, ministros, presidentes, curas y otras yerbas... No hace mucho tiempo atrás paseaba con mi perro, cuando un tipo, aparentemente muy educado, me pidió fuego. Saqué el encendedor, le prendí el cigarrillo cuando me hundía en la panza el frío caño de una pistola... el hijo de puta solamente se llevó mi medio atado y, hablando mal y pronto, se “cagó de risa”. En realidad, a mí me dejó mal parado y a mi perro ladrando. Más o menos un mes después, una mañana, mi manojo de pulgas, al que llevaba al veterinario, reconoció al tipejo… estaba parado, de vigilante, en la puerta de un banco y el can le ladró al uniformado... por lo bajo, y pensando, le dije a mi mascota mientras lo arrastraba: “Vamos, Cascote, no me metás en problemas; a ver si por tu culpa después me fuma los cigarrillos directamente desde adentro del calabozo”... ¿No fumará, este turro, estando de servicio?

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