viernes, 30 de octubre de 2009

Nocturnos, en clave de ausencia

Cuarto Nocturno

El último nocturno que leí en el consultorio de mi terapeuta, una especie de nocturno, en clave de ausencia, fue uno de esos que escriben los que seguramente saben hacer bien las cuentas morales cuando las ecuaciones sentimentales no le cierran. Quizás no debiera contarlo, aunque es parte de la indiscreción universal; y, ¿quién saben quién soy yo?... supongo que después de escribirlo, él o ella, le contó esa historia rara a la pobre terapeuta... ¡la pobre terapeuta!, realmente, más agotada de escuchar esos cuentos que de analizar complejos y bajas autoestimas... Supongo que este creador de nocturnos pensó el asunto y lo apuntó momentos antes de entrar al cuarto del consultorio y lo dejó olvidado en el revistero. Claro que, como de costumbre, la sala de espera estaba vacía y eso de no verse nunca con nadie resulta más que misterioso... En fin; yo supuse que lo escribió una muchacha por lo perfecto que cerraba... Como dije, en mi casa todas las formas de cuentas, infaliblemente, las hace mi mujer porque eso es algo que tienen de bueno las mujeres... por eso elegí hacer terapia con una psicóloga que, incluso, vaya la redundancia, cierra siempre mis hipótesis. Soy consciente de que las incógnitas, cualquiera sea su naturaleza, nunca las resuelvo por mí mismo... ¿no será por eso que nunca termino con mi terapia? La próxima sesión podría escribir un nocturno y dejarlo en el revistero, en una de esas... quién sabe, ¿no?, podría ser que me atienda a horario y una ínfima parte de mi vida se resuelva por sí sola...

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